La acción creativa de los docentes en la educación virtual lo constituye un conjunto de dispositivos tecnológicos y pedagógicos que se usan como medio para la educación a distancia, en el sentido de que tanto los docentes como los otros agentes básicos, los estudiantes y los objetos de estudio, están distribuidos en espacios diferentes. Esto les plantea unos retos especiales, diferentes a los de la educación presencial. La educación virtual requiere educadores con unos perfiles humanos, didácticos, pedagógicos y éticos diferentes a los de la educación presencial.
En el aula tradicional hay oportunidad para ser creativos, las instancias se viven en tiempo real, la comunicación emerge en doble canal entre docentes-estudiantes y existen lecturas de gestos, posturas e interpretaciones, condiciones que deben asimismo cumplirse dentro del aula virtual, pero que exigen ingredientes de pedagogía y tecnología de especial disposición. Aquí, el docente debe ser un diseñador de ambientes de aprendizaje y no solamente un planeador de clases. En este sentido, su creatividad y su didáctica son imperativas. La diferencia entre planear una clase para el modelo presencial tradicional y diseñar ambientes, radica en que la segunda actividad implica una concepción amplia de recursos y la programación de actividades para los estudiantes, junto con la elaboración de guías para conducir el autoaprendizaje, lo cual exige competencias básicas especiales como la lectura y la redacción.
Dentro de las necesidades que caracterizan los ambientes virtuales de aprendizaje, independiente de su denominación, se hará ahora referencia a la comunicación para conservar lo socio-afectivo. En primera instancia, la educación virtual, por ser tal, no está al margen de los compromisos que toda intención educativa tiene con la realización personal, la integridad de los individuos y la convivencia armónica. En el aula de clases, desde el nivel de preescolar hasta el de doctorado, todos aprenden de todos en un proceso colectivo; y en el entorno de la institución educativa, las imaginaciones, las palabras, los acontecimientos, los códigos de comunicación dejan enseñanzas para el entretejido de valores y actitudes que configuran a la persona para sus posturas en la sociedad, sobre las bases que ésta determina.
Asimismo, al ser los ambientes educativos virtuales espacios para la comunicación entre seres humanos, la socio-afectividad no pierde allí su esencia, y es, como en la modalidad presencial, a su vez insumo y resultado de acciones educativas propias de la formalización curricular o de las implicaciones del contexto. En estos ambientes, los aprendizajes sobre valores y actitudes no están ausentes, pero sí son diferentes. Es decir, llegan al estudiante a través del compromiso mismo que determina el ambiente educativo virtual y las necesidades de comunicación que se establecen entre los participantes.
En síntesis, el sistema educativo se inspira en la necesidad de colaboración mutua entre los actores, pues por la ausencia de recintos cerrados para la escolaridad formal, es imperativo el establecimiento de estos lazos de colaboración mutua para el efectivo cumplimiento de compromisos. La necesidad de proyección social se convierte en una oportunidad para el establecimiento de redes con propósitos mutuos, así, unos y otros se buscan entre sí para el reconocimiento social, la integración de recursos y la creación de potencialidades colectivas.
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