Cuando pensamos que si los aprendizajes dependen de las emociones entonces hay que entender cómo funcionan las emociones en el aprendizaje. Pero no solo cómo funcionan en términos generales, sino cómo funciona en cada estudiante, y aún más, como está funcionando “en este momento”, pues las emociones cambian. Si en este momento, el alumno está cerrado al aprendizaje, en tanto que profesor, como si se le hablara al vacío.
Cuando digo que hay que entender cómo funciona el sistema emocional, no me estoy refiriendo a las dimensiones neurológicas, o químicas o fisiológicas, ni siquiera a las dimensiones psicológicas de las emociones. Me refiero a las emociones como mecanismos de acción (aprendizaje) y de interacción (pedagogía), y a cómo estas ocurren en un contexto o clima (aula) de trabajo.
A la hora de comprender cuales son los factores que intervienen en el aprendizaje, la variable “clima del aula” es la variable que aparece como siendo la que más importante. El clima de aula por si solo es el factor que más explica las variaciones en aprendizajes.
Es la variable que más explica por qué los estudiantes de un aula aprenden más que los estudiantes de otra. Esto ha sido destacado en muchas investigaciones que han realizado, pero también por otras investigaciones institucionales, así como también estudios longitudinales.
Es más importante que cualquiera de las variables que se utilizan para entender este proceso. Por ejemplo, las variables como la cantidad de libros, la gestión, el nivel sociocultural de las familias, las atribuciones, etc. Pero no solo es la más importante, sino que es la variable que explica más el porqué de la variación de aprendizajes, que la suma de todas las otras variables que se consideran en estos estudios. Esto es un descubrimiento mayor. Por ello es muy importante saber qué es y saber cómo se lo puede operacionalizar. Cuando hablamos de clima de aula. No estamos haciendo referencia a las usuales caracterizaciones del clima producto por los indicadores materiales tales como los textos, inmobiliario, edificios o número de profesores por alumno. Se trata de algo más sutil e inmaterial. Se trata del clima emocional del aula.
Generalmente, el clima emocional de aula es mejor en las instituciones de más alto nivel sociocultural. Esto es congruente con que los estudiantes de más alto nivel sociocultural tienen más desarrolladas las competencias socio emocionales que los estudiantes en instituciones en riesgo. Pero los estudiantes de niveles socioculturales bajo que están en instituciones con un buen clima emocional, tienen mejores puntajes que sus equivalentes en instituciones donde no hay un buen clima. Esto apunta al peso de la variable en los logros académicos, y también indica que esta dimensión es algo que debe ser considerado dentro de los programas de formación docente.
Para mejorar la enseñanza y el aprendizaje, hay que interrogarse acerca de quién enseña y quién aprende, así como acerca de la relación que se da entre ellos: quién lo hace y con quién lo hace.
Si el docente conoce la materia, la diferencia de logros entre un docente y sus estudiantes y otro docente y sus estudiantes, no está en la técnica que se utilice, sino que principalmente en los climas emocionales, en los tipos de interacciones que llevan a ese clima y en las características de las interacciones que ocurren dentro de ese clima. De la misma manera que las recetas no garantizan que la comida quede bien, no hay recetas para enseñar bien. Las clases se preparan de antemano, pero la enseñanza misma, no es una comida pre envasada.
Las clases no son para estudiantes abstractos; son para estudiantes concretos y específicos. Por ello, insistimos que la enseñanza no es una técnica sino una relación. El aprendizaje ocurre en una relación.
Una breve clasificación para distinguir distintas formas de lo que se entiende por aprender:
1. Aprender puede ser visto como un proceso de adición de informaciones. En su forma genérica, esta forma de aprender tuvo su relevancia en el pasado bajo la acepción del conocimiento enciclopédico. Hoy, aprender como incremento de información ha tenido mayor vigencia con la emergencia de la idea de la sociedad de la información, o en frases tales como “la información es poder” o la “información es el nuevo factor de producción”. Esta primera acepción de aprendizaje es entonces la adquisición y acumulación de informaciones que hacen que alguien sepa muchas cosas.
2. Aprender como memorización. Este es el proceso mediante el cual guardamos información que podríamos repetir si alguien nos pidiera que lo repitiésemos. Esta forma de aprender es el tipo de aprendizaje que en la práctica los docentes y los sistemas de educación esperan que adquieran los estudiantes. Es importante si es que el tipo de información trata de informaciones estratégicas que sostienen otros aprendizajes.
3. Aprender como acción. Es el proceso de incorporación de hechos, destrezas, competencias y métodos que pueden ser utilizados según la necesidad. Por ejemplo demostrar lo aprendido mediante pruebas de “perfomativas”, o necesidades que emergen del trabajo o de la vida corriente.
4. Aprender como procreación de sentido. El proceso mediante el cual incorporamos informaciones relacionándolas con otros conceptos que ya tenemos incorporados en nuestro de desarrollo intelectual. Asociar la generación de sentido al desarrollo de conceptos científicos, o literarios, profundiza la comprensión de las ideas involucradas.
5. Aprender como la reinterpretación de la realidad. El proceso mediante el cual reorganizamos y reinterpretamos la nuestra experiencia del mundo con la incorporación de nuevas informaciones. Más allá de su proceso de desarrollo intelectual, el ejercicio de la reinterpretación consciente de nuestra conexión con el mundo, implica el compromiso del aprendiz con la construcción de sentido en torno a su desarrollo personal, y los ámbitos sociales y éticos.
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