La educación, en sentido amplio, tiene la misión de formar al individuo para la vida. El instituto educativo es el instrumento básico de sociabilidad a través del cual cada persona se habitúa en el medio donde vive, aprende a conocerlo, a convertirlo y a ocupar un lugar en él. La sociedad, por medio de la educación, se amplía en el tiempo, revaloriza y enriquece su acopio histórico y crea conciencia de grupo, favoreciendo a la integración de los ciudadanos que comparten elementos comunes de cultura, historia y trabajo.
Sin embargo la palabra “paradigma” se utiliza para otorgar el enfoque o concepción adoptado por el investigador. Este enfoque o concepción es adoptada por el que investiga. Una de las características más consensualmente admitidas acerca de la investigación educativa es su insuficiente efectividad para producir cambios reales en las prácticas pedagógicas o políticas. En este sentido, existe una abundante literatura donde se señala como problema central de la investigación, su desconexión con las necesidades reales, tanto de los docentes como de los políticos de la educación. Una evaluación global de este problema permitiría afirmar que la falta de efectividad de la investigación educativa no constituye ni un problema actual, ni un problema propio de América Latina. Un diagnóstico de este tipo se encuentra en la literatura universal y se viene repitiendo desde hace varias décadas.
Sin embargo la palabra “paradigma” se utiliza para otorgar el enfoque o concepción adoptado por el investigador. Este enfoque o concepción es adoptada por el que investiga. Una de las características más consensualmente admitidas acerca de la investigación educativa es su insuficiente efectividad para producir cambios reales en las prácticas pedagógicas o políticas. En este sentido, existe una abundante literatura donde se señala como problema central de la investigación, su desconexión con las necesidades reales, tanto de los docentes como de los políticos de la educación. Una evaluación global de este problema permitiría afirmar que la falta de efectividad de la investigación educativa no constituye ni un problema actual, ni un problema propio de América Latina. Un diagnóstico de este tipo se encuentra en la literatura universal y se viene repitiendo desde hace varias décadas.
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