
Ahora bien, se entiende por motivación académica la motivación consciente para el aprendizaje o como aprendizaje motivado consciente. Si el docente desea conocer las características personales que hacen que los estudiantes afronten con mayor o menor interés o esfuerzo las actividades de aprendizaje, bien con el propósito de saber qué ayudas proporcionarle, bien con el propósito de pronosticar cuál será su rendimiento futuro, pero ¿qué información debería buscar el docente? ¿Desde qué hipótesis deberíamos trabajar? Cuando un individuo ha de esforzarse en la realización de una serie de actividades enfocadas a la consecución de unos objetivos de aprendizaje, su motivación y el esfuerzo.
Una de las teorías que ha recibido más aceptación a la hora de explicar las diferencias en la motivación de los estudiantes por aprender, es la teoría de la orientación a metas relacionadas con el logro. De acuerdo con esta teoría, los educandos se orientan en distinto grado a tres tipos de metas que definen otras tantas orientaciones motivacionales:
a) Orientación al aprendizaje, que se manifiesta cuando la atención el estudiante se centra regularmente en la adquisición de nuevas o mejores competencias y de los conocimientos relevantes para sostenerlas.
b) Orientación al resultado, que se da cuando el alumno busca no tanto aprender cómo conseguir demostrar públicamente su valía y que los demás le evalúen positivamente.
c) Orientación a la evitación, que se manifiesta cuando se teme una valoración negativa de la propia valía.
Las orientaciones motivacionales, no son excluyentes; es decir, aunque las personas deban actuar de modo preferente de acuerdo con las pautas de actuación que definen una determinada orientación, dependen de las condiciones en que deba trabajar podemos cambiar. Por otra parte, las tres orientaciones motivacionales referidas constituyen modos de agrupar y describir de forma parsimoniosa conjuntos de motivaciones o metas más específicas que es preciso tener en cuenta tanto en su singularidad como en su interacción porque son las que realmente mueven a los alumnos.
En síntesis, el docente necesita instrumentos adecuadamente validados que le permitan evaluar tanto las orientaciones motivacionales como las metas específicas que persiguen los estudiantes y sus posibles interacciones.
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