Por un largo periodo, el modelo de dirección escolar se centró en el rol del director en labores administrativas y burocráticas. Entre las décadas de los 50 y 70, al director escolar se le exigía que administrara bien la institución educativa. No obstante, los cambios sociales que se han venido originando en el mundo, solicita una reforma de la educación y del papel que desempeñan sus actores principales.
Es así, como la dirección escolar ha tenido que transformarse y adaptarse a estos cambios y a las nuevas exigencias, debido, a que, en la actualidad, restringirse a la gestión burocrática y administrativa resulta insuficiente. Hoy en día, es indispensable incorporar elementos participativos orientados a mejorar la enseñanza y replicar las buenas prácticas pedagógicas que se llevan a cabo en la institución educativa, pues solo así se logrará incidir en la mejora de los resultados académicos de los estudiantes.
Ante esto cambios, los autores Barber y Mourshed mencionan, que aquellos sistemas educativos cuyos directores dedican la mayor parte del tiempo a actividades que no se relacionan directamente con la mejora de la enseñanza en sus instituciones, se ven limitadas sus posibilidades de incidir en los resultados de los estudiantes. En el ámbito de la organización escolar, la existencia de múltiples teorías y enfoques acerca del liderazgo, dificulta la labor de encontrar una única definición para este concepto.
En la misión escolar, existen dos tipos de liderazgo que se diferencian por su función: uno es orientado hacia la administración de los centros educativos, y otro esta centrado en los aspectos curricular y pedagógico.
1. El liderazgo administrativo: consiste en que el director se hace cargo de la fase operacional de la institución educativa, lo que conlleva las responsabilidades referidas a la planificación, organización, coordinación, dirección y evaluación de todas las actividades que se llevan a cabo en la escuela. Un buen dominio de estas competencias permite realizar de manera eficaz las labores y prácticas administrativas encaminadas hacia el logro de los objetivos institucionales.
2. El liderazgo pedagógico: está centrado en la organización de buenas prácticas pedagógicas y en la contribución al incremento de los resultados del aprendizaje. Los directivos que adoptan este estilo de liderazgo se implican más en el desarrollo del currículo en la institución educativa; muestran una mayor capacidad para alinear la instrucción en las aulas con los objetivos educativos planteados; se preocupan más por el desarrollo profesional de los docentes y supervisan constantemente su práctica pedagógica; y evalúan los aprendizajes de los educandos tomando en cuenta los resultados logrados en la formulación de las metas educativas de la institución.
En cuanto a la misión del director en la institución educativa, no existe una exclusión u oposición entre los modelos de liderazgo pedagógico y administrativo, sino que ambos surgen de manera complementaria para gestionar instituciones efectivas y de calidad.
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