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Blog Educativo fundado por Docentes 2.0 ® el 7 de Junio de 2013

LA SENSIBILIDAD SOCIAL HACIA LA VIOLENCIA ESCOLAR | DOCENTES 2.0

La rapidez de los cambios en la sociedad está afectando a los estilos de vida, desquebrajando las convicciones y tradiciones fuertemente arraigadas y sumiéndonos en una constante relatividad y caducidad de las cosas, de las relaciones personales y de los sucesos. Lo que hoy se considera una noticia impactante y propensa a despertar ciertos sentimientos de compasión, de rechazo, de malestar, focaliza una atención rápida y prioritaria, pero paradójicamente pronto cae en el olvido. 

Esta forma de vivir plantea viejas y nuevas situaciones inciertas, entre ellas el surgimiento de una violencia gratuita que afecta directamente a la convivencia y para la que la sociedad todavía no ha encontrado respuestas adecuadas. Desde que Olweus introdujo en 1970 la violencia entre iguales como campo de estudio sistemático, mundialmente conocido con la expresión bullying, se ha avivado la sensibilidad social hacia la violencia escolar, considerándolo uno de los principales males a los que se exponen los adolescentes. 

Realmente, los centros educativos entendidos como espacios de socialización y centros de vida, no están exentos de conflictividad. El sistema escolar ha sido y es, por su naturaleza, un entorno de conflictividad y genera un elevado nivel de presión, imposición y violencia simbólica sobre la población escolar, que de acuerdo con el autor Iguaz la define como: “escolarización y asistencia obligatoria, cumplimiento de tareas y normas, convivencia forzada con compañeros no elegidos por uno, aceptación obligada de condiciones de funcionamiento, etc. La mayoría de las veces, los conflictos son gestionados adecuadamente a través del diálogo, el asertividad, la mediación de terceros, solicitando ayuda; y en menor medida son gestionados inadecuadamente, desencadenando respuestas violentas o por medio de mecanismos de huida o evitación”. 

Los conflictos son más numerosos y de menor gravedad que las situaciones de violencia. Las situaciones de violencia entre escolares parten de situaciones conflictivas previas y desencadenan nuevos conflictos. Pero, asimismo existe el conflicto sin violencia, el cual suele pasar desapercibido, ya que no constituye una verdadera problemática educativa. El mal comportamiento de los estudiantes en clase no es algo nuevo, por el contrario, ha preocupado a los docentes desde siempre. Sin embargo, actualmente el acento no está en estas cuestiones más o menos controladas, o al menos conocidas, sino en las alarmantes situaciones de violencia y falta de respeto cada vez más continuadas. Además, el conflicto es inherente, inevitable, y a priori no puede ser definido como algo negativo o maligno; mientras que la violencia es aprendida, evitable y social y moralmente dañina para el ejecutor y la víctima. 

El acoso escolar es una realidad presente en los centros escolares que contamina la convivencia, produciendo efectos negativos no sólo en aquellos implicados directamente, sino en la totalidad de los educandos y docentes. El clima escolar se deteriora gravemente, hasta el punto, que para muchos acudir, diariamente, al centro supone una tortura. Todo esto, unido al papel sensacionalista que los medios de comunicación conceden a esta problemática, contribuye a desatar la angustia general en los padres, quienes hasta hace poco consideraban las instituciones educativas como lugares de paz, seguridad y bienestar para el desarrollo madurativo de sus hijos. 

En síntesis, este tipo de comportamientos violentos, no sólo se producen dentro de los centros escolares. La violencia, al igual que muchos de los comportamientos que manifiestan las personas, son el reflejo de su personalidad, de aquello en lo que creen, valoran y defienden. Por lo tanto, los estudiantes agresores, no lo son exclusivamente en un lugar, en un aquí y ahora, sino que son jóvenes que manifiestan este tipo de comportamientos en diversos lugares y momentos de su vida. Se da por supuesto, y así lo creemos, que la educación que los educandos reciben en los centros escolares es un buen medio para contribuir al proyecto de una sociedad pacífica, pero no es el único. “La violencia gratuita y desmesurada en la que nos encontramos envueltos socialmente, pone de manifiesto que uno de los valores a ensalzar en las familias y escuelas es el de la convivencia, enfatizando el nosotros, el bien común, más que en la individualidad y el materialismo actual” (Hernández; Díaz, 2006).


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