
Frente a esta nueva realidad, en este mundo globalizado algunos educandos se enfrentan al desafío de no saber cuánto tiempo dedicarle a la lectura de los temas planteados en el aula de clases. De acuerdo con algunos autores, los estudiantes deberían en un día de semana, pasar entre dos y cuatro horas en clase, dos a tres horas dedicadas a actividades sociales, dos horas para comer, dos horas haciendo asignaciones, lo que dejaría entre cuatro a cinco horas para el estudio. Por otra parte, expertos recomiendan que los estudiantes elaboren un calendario semanal de estudio adaptado a la dificultad de la asignatura.
No obstante, para mejorar la concentración es necesario limitarnos el tiempo de estudio, es decir, limitar por intervalos de tiempo qué es lo que se debe estudiar, para no trabajar sin descansar. Un ejemplo muy frecuente, es marcarse intervalos de tiempo de 45 minutos seguidos, descansar 10 minutos y hacer otro intervalo, pero si con 45 minutos me cuesta, reducir el tiempo a 30 minutos o incluso a 15 minutos. Sin embargo, si usted elige por organizar el estudio en jornadas cortas, podrá adquirir nuevos conocimientos par toda la vida. El secreto está en no saturarte con jornadas extensas, sino que dividir el estudio con descansos y repasando siempre antes de empezar un tema nuevo.
En síntesis, en cierto modo hemos confundido el acto de aprender con el de aprobar exámenes. Y esto, además de provocar exclusión, es una manera muy limitada de abordar la complejidad de la educación y el aprendizaje. No es lo mismo evaluar que examinar, ni evaluar que calificar. Aprender no es aprobar exámenes. Cómo estudia un estudiante depende de cómo pregunta el docente, depende en última instancia de la evaluación esperada.
Las evaluaciones y exámenes condicionan no sólo qué estudia el educando sino, sobre todo, cómo lo estudia. Aprender con el fin de aprobar un examen es muy diferente de aprender por aprender. Es por ello, que la evaluación influye claramente en lo que aprendemos y en cómo lo aprendemos, y esto puede limitar o promover el aprendizaje significativo.
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