El individuo es una unidad cuerpo-cerebro-mente que se relaciona con su medio ambiente, y cuya función principal es la supervivencia.
Ante un estímulo proveniente del exterior, la información ingresa a través de los sentidos y es evaluada en el primer filtro, el sistema activador reticular ascendente antes de llegar al tálamo. Si el estímulo es a favor de la supervivencia la información ingresará al núcleo accumbens. Si en cambio pone en riesgo la supervivencia, y necesitamos una respuesta rápida, se activará la amígdala cerebral quien prepara al cuerpo para el ataque o la huida. Y el sistema simpático hará su trabajo. A este proceso se le llama camino corto.
Si el estímulo es neutro (ni a favor ni en contra de la supervivencia) la información recorre un camino largo, ya que pasa del tálamo hasta los lóbulos pre-frontales pasando por la corteza cerebral. Esto significa una evaluación más compleja (y con más elementos), que permiten una lectura más completa de la situación, por consiguiente una respuesta precisa y elaborada. Para lograr esta función, el ser humano debe poder conocer y controlar tanto el mundo interior como el exterior.
El mundo exterior se logra conocer a través de los sentidos y se puede controlar a través de las conductas. El mundo interior a través del pensamiento, utilizando la inteligencia emocional.
Con el fin de unificar estos conocimientos, para comprender y modelar la conducta humana, es necesaria la Neurosicoeducación, que además nos permite comprender el funcionamiento del cerebro.
Nuestro cerebro está formado por:
El cerebro emocional está formado por varias estructuras que se relacionan entre sí: tálamo, hipocampo, amígdala cerebral, núcleo accumbens y áreas de los lóbulos prefrontales.
Ante un estímulo proveniente del exterior, la información ingresa a través de los sentidos y es evaluada en el primer filtro, el sistema activador reticular ascendente antes de llegar al tálamo. Si el estímulo es a favor de la supervivencia la información ingresará al núcleo accumbens. Si en cambio pone en riesgo la supervivencia, y necesitamos una respuesta rápida, se activará la amígdala cerebral quien prepara al cuerpo para el ataque o la huida. Y el sistema simpático hará su trabajo. A este proceso se le llama camino corto.
Si el estímulo es neutro (ni a favor ni en contra de la supervivencia) la información recorre un camino largo, ya que pasa del tálamo hasta los lóbulos pre-frontales pasando por la corteza cerebral. Esto significa una evaluación más compleja (y con más elementos), que permiten una lectura más completa de la situación, por consiguiente una respuesta precisa y elaborada. Para lograr esta función, el ser humano debe poder conocer y controlar tanto el mundo interior como el exterior.
El mundo exterior se logra conocer a través de los sentidos y se puede controlar a través de las conductas. El mundo interior a través del pensamiento, utilizando la inteligencia emocional.
Con el fin de unificar estos conocimientos, para comprender y modelar la conducta humana, es necesaria la Neurosicoeducación, que además nos permite comprender el funcionamiento del cerebro.
Nuestro cerebro está formado por:
- Cerebro instintivo (reptiliano);
- Cerebro emocional (sistema límbico o cerebro de mamífero);
- Cerebro cognitivo ejecutivo (humano) que se han integrado a lo largo de nuestra historia evolutiva.
El cerebro emocional está formado por varias estructuras que se relacionan entre sí: tálamo, hipocampo, amígdala cerebral, núcleo accumbens y áreas de los lóbulos prefrontales.
Las funciones relacionadas con el cerebro emocional son la memoria, las emociones, la atención y el aprendizaje.
Ambos cerebros instintivo y el emocional trabajan conjuntamente en las evaluaciones que realizamos para asegurar nuestra supervivencia (camino corto). En cambio el cerebro emocional y el cognitivo ejecutivo trabajan en el camino largo.
Cuando no está en juego nuestra supervivencia inmediata, el cerebro cognitivo ejecutivo permite tomar decisiones más elaboradas. Posee las capacidades de: razonar, pensar, evaluar, vetar impulsos emocionales, auto observarse, ver a futuro, hacer planes, trazar estrategias, comunicarse a través del lenguaje verbal, desarrollar valores trascendentales y auto-motivarse; es decir, dirigir nuestra conducta hacia un objetivo determinado incluyendo la capacidad de planificar, llevar a cabo y corregir nuestra conducta.
Las funciones cognitivas son:
- Atención.
- Memoria.
- Lenguaje.
- Razonamiento.
- Capacidades visoespaciales.
El estado emocional influye en la capacidad de aprendizaje cognitivo. Llamamos aprendizaje a los cambios que se producen en el pensamiento y comportamiento que fueron generados a través de la información teórica, práctica o las experiencias de vida.
Por ello, como educadores, se debe pensar o utilizar ciertas estrategias que permitan que el cerebro no active el modo supervivencia, sino que realice el camino largo para que pueda la información llegar hasta los lóbulos pre-frontales y así poder desarrollar funciones complejas como las ejecutivas. Si captamos la atención y activamos los LPF, e integramos la información, la repasamos de diversos modos utilizando todos los sentidos para activar la Potenciación a Largo Plazo, el hipocampo trabajará llevando la información a la corteza para pasar de la memoria de corto plazo a la intermedia y finalmente a la de largo plazo.
Algunas estrategias útiles para contribuir con el éxito académico son: la novedad, la sorpresa, la predicción, la anticipación positiva, los intereses individuales y otras como la creatividad, la interacción entre pares, el uso de los diferentes sentidos, y de diferentes recursos, la utilización de las nuevas tecnologías, que permita relacionar, secuenciar, espirarla los contenidos de una misma disciplina como así también vincularlas con las otras áreas, y sin descuidar un contexto ordenado, limpio y seguro.
Si a través de las distintas estrategias logramos que el contexto sea seguro y placentero, la UCCM se sentirá segura, el alumno focalizará su atención y esto le permitirá concentrarse sobre un estímulo determinado (atención selectiva), resistirse a las distracciones (atención selectiva voluntaria) y mantener el esfuerzo y la concentración atencional en el tiempo (atención sostenida voluntaria), logrando el aprendizaje cognitivo-ejecutivo.
Los estímulos novedosos y atractivos activan un neurotransmisor que interviene en la motivación y el entusiasmo, la dopamina. Los niveles adecuados en el espacio de aprendizaje de este neurotransmisor garantizan la atención y luego la memorización de los conocimientos.
La dopamina hace que la UCCM se anticipe a considerar que si algo fue atractivo, lo volverá a ser la próxima vez. De este modo, el entorno del estudiante puede volverse un lugar atractivo, seguro y enriquecido para el estudio.
Esta seguridad la genera otro neurotransmisor llamado serotonina, la cual produce un estado mental de calma y serenidad, en donde predomina la razón por sobre la emoción.
Los estímulos atractivos unidos a propuestas didácticas, que pongan al estudiante en acción, encienden otro neurotransmisor llamado noradrenalina, que también contribuye a aumentar los niveles de energía y memoria.
Las propuestas que se asociaron a niveles crecientes de dopamina en el cerebro incluyen: movimiento físico, conexiones del saber con intereses personales, contacto social, música, novedades, sentido del logro, recompensa personal, iniciativa, juego y humor.
Para que la UCCM pueda cumplir fielmente con el mandato evolutivo de sobrevivir, además de saber detectar y evitar el peligro, debe cumplir con otra función de suma importancia: premiarnos cada vez que tengamos éxitos en dirigirnos a un objetivo pro-supervivencia (circuito de recompensa).
Podemos distinguir tres fases en el circuito de recompensa:
- La UCCM debe poder responder a un estímulo externo o interno. Entonces sentimos deseo de dirigirnos hacia dicho estímulo, esto se corresponde con una liberación de dopamina.
- Para poder realizar la acción necesaria para cumplir con el deseo se necesita sumar noradrenalina y adrenalina.
- Una vez completada la acción se cierra el circuito de búsqueda de recompensa, con una sensación de satisfacción: serotonina.
En resumen, todos los comportamientos necesarios para nuestra existencia están controlados por el circuito deseo-acción-satisfacción.
Es por eso que el logro de un objetivo nos hace sentir felices y motivados para ir por más.
El sistema de recompensa, por supuesto, da premios que pueden ser mayores, medianos o menores, de acuerdo al esfuerzo que haya implicado el logro del objetivo o el tipo de objetivo que se haya obtenido.
Las emociones son el impulso para la acción y las piedras fundamentales sobre las que se construyen nuestros comportamientos. Estos mecanismos nos permiten escapar del peligro o nos impulsan a cosas que nos pueden beneficiar.
En esta lucha por sobrevivir y considerando que el hombre llega a ser hombre debido a que crece y se desarrolla en sociedad, también debe aprender a convivir con sus pares y en esto es fundamental la inteligencia emocional. Conocer las bases del cerebro emocional y de la inteligencia emocional nos permitirá no solo transmitir conocimientos académicos, sino desarrollar actitudes pro-sociales para lograr una EDUCACIÓN INTEGRAL.
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