De acuerdo con el autor Bolívar, “Los valores son los principios y criterios que determinan las preferencias y actitudes de las personas”. Los valores instituyen en una sociedad concreta, y también para un grupo social o una persona, aquello que es deseable o no. Es decir, los valores expresan las contextos individuales y colectivas deseables para satisfacer las necesidades humanas. Por ende, diferentes valores se expresan en diferentes estilos de vida o pautas de comportamiento practicadas por grupos sociales.
Los valores pueden clasificarse de diferentes modos en función del “objeto” al que se refieren, pero una clasificación referida al sujeto resulta más conforme al desarrollo moral de las personas y ofrece más posibilidades educativas. De este modo, conversaríamos de valores individuales como la higiene, la belleza, o la amistad, valores sociales como el respeto, la tolerancia, o la solidaridad, y por último valores morales o éticos. Los valores individuales y sociales tienen un carácter instrumental respecto de los valores éticos que suponen elaborar un sistema propio de preferencias morales que permiten el razonamiento y el juicio moral.
A la hora de proyectar la educación en valores en los centros educativos conviene distinguir la existencia de principios morales de validez universal (respeto, dignidad humana, igualdad, solidaridad, etcétera.) que son recogidos en las declaraciones de derechos humanos, constituciones y el propio currículum escolar, de otros valores, no necesariamente compartidos, que representan opciones personales legítimas y respetables relacionadas con los modos de vida, la moral sexual, etc.
Educativamente debemos considerar que los valores no se pueden observar directamente, pero se traducen en actitudes y éstas en normas y hábitos o patrones de conducta: el valor justicia nos impulsa a criticar y actuar en contra de las situaciones que creemos injustas, o el de tolerancia a respetar las diferencias que se manifiestan en otras personas. Aunque no siempre, se actúe de modo coherente con nuestros principios morales.
Según Domínguez, “Los valores son construcciones sociales dinámicas que evolucionan y que se transmiten y asimilan por aprendizaje social”. El papel del sistema educativo en la transmisión de valores es fundamental para la defensa de la cultura de una sociedad. Desde esta perspectiva la educación en valores formaría parte de la socialización como proceso normativo que consigue que los miembros de una colectividad aprendan los modelos culturales de su sociedad, los asimilen y los conviertan en sus propias reglas personales de vida.
Siendo necesario integrar a los miembros de una sociedad por medio de valores, normas y pautas de comportamiento comunes, la educación en valores no debe convertirse en adoctrinamiento. Una educación integral debe anhelar a que los estudiantes construyan su propio sistema valorativo en interacción con los iguales y los educadores, desde el diálogo y el respeto al otro. En este sentido, más que hablar de educación en valores deberíamos hablar de educación moral. Su objetivo es propiciar el desarrollo del razonamiento moral de los estudiantes a partir del análisis de las situaciones personales y sociales (conflictos y dilemas morales). Según Graham, “Las personas tienen que apreciar la fuerza del pensamiento moral por sí mismas, siendo la educación moral las que las capacita para ello sin necesidad de imponerles nada”.
Finalmente, se ha de relacionar la socialización con el desarrollo moral del estudiante, dominando una educación que permita al estudiante integrarse en una sociedad a partir de la aceptación de una serie de valores mayoritarios como marco ético individual y colectivo, pero además se ha de propiciar el desarrollo de su propio sistema de valores manteniendo las posibilidades de transformar y mejorar esa sociedad.
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