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Blog Educativo fundado por Docentes 2.0 ® el 7 de Junio de 2013

EL ESTRÉS Y LA DOCENCIA.

Los docentes en determinadas escenarios o períodos de su vida profesional, pueden encontrarse sin recursos personales para afrontar el ejercicio de su profesión de una manera adecuada y eficaz, lo que deriva en algunos casos en cuadros de ansiedad, de baja autoestima, de desbordamiento mental, etc.

Entre las causas de este estrés profesional docente, también conocido como el síndrome de “Burnout” o del “profesional quemado”, podrían señalarse:

  1. La tensión que genera la relación directa docente-estudiante por la propia naturaleza del hecho educativo. 
  2. La personalización de los conflictos generados en el aula explicables por procesos de naturaleza psicosocial (edad del estudiante, estatus social de las familias, contextos sociales, etc.) y que el docente puede percibir como incapaz para resolver satisfactoriamente en la práctica diaria. 
  3. La falta de espirales de autocontrol en situaciones de estrés. Cabe señalar aquí la disparidad existente entre los referentes profesionales adquiridos por los docentes en su formación inicial y en su práctica profesional de los últimos años y la nueva realidad escolar caracterizada por la diversidad y la heterogeneidad de los grupos. Ello conlleva a una clara disfunción entre los espirales y los repertorios profesionales disponibles por parte de los docentes y las necesidades derivadas de la nueva realidad educativa. 
  4. La baja autoestima en el docente producida por la autopercepción de que es incapaz de solucionar de manera óptima los problemas que se le presentan en el ejercicio de su labor. 
  5. La relación compleja con las familias, que a veces proyectan en su relación con el docente las expectativas sociales desmesuradas, utópicas e irracionales respecto a las instituciones educativas. 
  6. La percepción por parte del docente de la baja consideración social de su profesión. 
  7. Entre otras causas de difícil explicación. 

Se podría mencionar algunas recomendaciones del estrés al profesional docente desde la potenciación de los elementos básicos de la nueva profesionalidad docente.
  1. La potenciación de las prácticas reflexivas de los docentes pasa por impulsar y apoyar grupos y seminarios de trabajo surgidos en los centros en torno a una problemática o interés profesional común. Se trata de que cada docente alcance una comprensión más profunda de la naturaleza y los resultados de determinadas situaciones y acontecimientos educativos, pudiendo así responder mejor a las presiones que han de soportar mientras trabajan y asumiendo en primera persona la responsabilidad de su aprendizaje profesional. 
  2. El trabajo en equipo de los docentes es el segundo de los elementos que deben potenciar si desean avanzar en la adecuación de las prácticas docentes a las nuevas determinaciones del hecho educativo. La complejidad de los escenarios de trabajo precisa de una coordinación y de una cooperación entre los miembros de un equipo docente que todavía no está asumida en su integridad por la comunidad docente. Como afirman Johnson y Johnson “una estructura cooperativa clara es el primer requisito de una escuela eficiente”, pues ello permite que la actividad de un docente se vea influenciada positivamente por la actividad del resto, que los profesionales se sientan orgullosos del éxito de un colega, que la escuela se beneficie de los conocimientos técnicos de todo su personal y que se potencien actitudes positivas hacia la introducción de nuevos métodos de trabajo. 
  3. La formación permanente del docente, entendida como desafío y, al mismo tiempo, como un elemento básico de la nueva profesionalidad docente, debe abordarse sin perder de vista la dimensión colaborativa de la enseñanza a la que hacía referencia y posibilitando la reflexión en la acción de los enseñantes. 
Justamente, si lo que se pretende es hacer del docente un profesional reflexivo de su propia práctica, que experimenta e investiga junto a otros docentes y que se forma y actualiza desde la consideración del centro escolar como la unidad básica de cambio y mejora, los modelos de intervención en formación del docente deben contemplar necesariamente:
  1. Un asesoramiento en el puesto de trabajo. 
  2. Un aporte de recursos materiales de naturaleza bibliográfica, informática, etc. 
  3. Un apoyo a la elaboración de materiales curriculares propios. 
  4. La convocatoria de acciones formativas ajustadas a las demandas formativas detectadas en los centros. 
  5. Un apoyo a la constitución de grupos y seminarios de trabajo y a la elaboración de Proyectos de Formación en Centros. 

Y todo ello desde la potenciación en todas y cada una de las acciones de formación del docente de:
  1. El intercambio de experiencias entre docentes. 
  2. La realización de las mismas en documentos de trabajo (publicaciones, comunicaciones, etc.). 
  3. Y el establecimiento y configuración de líneas de trabajo y comunidades de discurso en torno a un método, una escuela científica, una corriente, etc. 

El docente no trabaja con máquinas o números, sino con personas. Él a su vez también es una persona, con sus dudas, miedos, anhelos, ideales. Cuanto mayor es su expectativa e implicación con la docencia, más probable es que su “ideal docente” choque con la realidad de la enseñanza, exponiéndola a la frustración y a la sensación de fracaso.

El docente es un modelo que proyecta sobre sus estudiantes, no sólo sus conocimientos sino también su propia forma de ser, su filosofía de la vida, sus valores y actitudes, y su estado de ánimo.

Un docente estresado tendrá dificultades para transmitir eficazmente. Su salud laboral y psicológica afectará directamente a la calidad de sus enseñanzas. Aparte de las dificultades y conflictos normales de cualquier persona, el docente se enfrenta a un número elevado de estudiantes, y a menudo a la desmotivación, el desinterés, y los conflictos y problemas de conducta. Su trabajo no consiste exclusivamente en impartir clase; debe preparar, actualizar conocimientos, corregir exámenes y trabajos, evaluar, atender tutorías y revisiones, reuniones de equipo. La sensación de presión puede verse aumentada por las reformas educativas, la innovación, la investigación y la exigencia de calidad.

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