La sociedad actual ha vivido en estos últimos años un gran cambio en los valores, actitudes y prácticas, que se reflejan en los planteamientos de la educación y en la realidad de las instituciones educativas. Uno de estos cambios se refleja en el reconocimiento de la diversidad de los educandos, que obliga a la búsqueda de alternativas didácticas en la educación y en la práctica de los planteles educativos, que va desde el reconocimiento explícito del derecho de todos a la educación y de que ésta se desarrolle atendiendo a la igualdad de oportunidades; donde la multiplicidad sea un valor enriquecedor y positivo para todos. Estas alternativas se fundamentan en el paso de un modelo de mediación compensatoria a introducir prácticas coherentes con la inclusión educativa, que se fundamenta en la implantación de un currículum comprensivo común y a la determinación de apoyos normalizados para alcanzar una real integración de todos los estudiantes.
El contexto social de nuestra comunidad ha sufrido en las últimas décadas muchos cambios significativos, y que además se han subrayado en estos últimos años. Se ha producido un cambio en los valores, en las formas, en las demandas y en las actitudes que afectan a todos los ámbitos personales y sociales de la ciudadanía. La institución educativa como fundación social y la educación como referente formativo generalizado para la totalidad de la población han recibido este impacto de manera importante y relevante. Entre los múltiples cambios que perjudican a la educación y a las aulas, se desea resaltar por su repercusión y especificidad: la manifestación de la realidad, siempre existente y presente en la escuela, que ahora se hace evidente: la diversidad entre los educandos. Entendiendo por diversidad, como la diversidad de procedencia cultural, de clase social, de lenguaje; ya sea de capacidades, de ritmos, de motivaciones e intereses.
El contexto social de nuestra comunidad ha sufrido en las últimas décadas muchos cambios significativos, y que además se han subrayado en estos últimos años. Se ha producido un cambio en los valores, en las formas, en las demandas y en las actitudes que afectan a todos los ámbitos personales y sociales de la ciudadanía. La institución educativa como fundación social y la educación como referente formativo generalizado para la totalidad de la población han recibido este impacto de manera importante y relevante. Entre los múltiples cambios que perjudican a la educación y a las aulas, se desea resaltar por su repercusión y especificidad: la manifestación de la realidad, siempre existente y presente en la escuela, que ahora se hace evidente: la diversidad entre los educandos. Entendiendo por diversidad, como la diversidad de procedencia cultural, de clase social, de lenguaje; ya sea de capacidades, de ritmos, de motivaciones e intereses.
Esta necesaria e indiscutible realidad obliga a replantear a la institución educativa y a la educación, muchos de los principios y de las prácticas dominantes tradicionalmente a lo largo del tiempo. La diversidad de los estudiantes puede obviarse, esconderse y/o eliminarse, pero en cualquiera de estos casos creara problemáticas nuevas y dificultades, sino se atiende correctamente, desde el respeto, la tolerancia y la igualdad de oportunidades. Para cumplir estos objetivos de forma coherente y satisfactoria para todas las personas implicadas en el proceso de enseñanza-aprendizaje, se hace imprescindible, ante la realidad actual, modificar los principios y las estrategias que dominan la educación, para posibilitar nuevos planteamientos didácticos y perspectivas distintas en la práctica cotidiana de la escuela para poder alcanzar los objetivos deseados de igualdad y formación.
Para ello, se deben romper con las inercias inamovibles de la institución y desvelarse las antiguas falacias que han dominado y dominan la educación. Adaptar la institución educativa a las necesidades de sus educandos y no posibilitar el proceso inverso; adecuar la educación a la realidad actual que vivimos, no desde la selección y/o compensación para alcanzar una uniformidad y homogeneización utópica e imposible, sino desde la atención y el respeto a la diversidad de todos los estudiantes, sin excepciones, para lograr una verdadera igualdad de oportunidades, que integre y acerque, desde el conocimiento y la interacción a todos los discípulos, es el reto actual de la escuela y de los profesionales que la conforman.
En síntesis, solamente con su colaboración, con su esfuerzo, con su profesionalidad, con su convicción y compromiso con la innovación y el cambio, la institución educativa y sus docentes podrán salir de la encrucijada en la que se encuentran. Realmente, lo que se pretende es ofrecer las pistas, ideas, alternativas posibles para lograr una reflexión que conduzca al cambio y a la innovación, desde el análisis de la realidad y con una visión amplia y positiva de esta realidad, a la que deben adaptarse desde el convencimiento de que los antiguos y valores de la educación ha caducado y deben implantarse nuevas formas de actuar y de interpretar la educación, más acordes con los nuevos tiempos.
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