La finalidad de la educación y el objetivo compartido, tanto por los padres como por los docentes, es el desarrollo integral de los niños, niñas y adolescentes. Por ende, en este desarrollo pueden distinguirse al menos tres aspectos importantes: el conductual, el cognitivo y el emocional, o lo que es lo mismo, su comportamiento, su forma de pensar y su forma de sentir. Todos los padres conscientes e interesados por educar a sus hijos de forma integral, se preocupan de estos aspectos, pero, a veces, se ocupan más de cómo se comportan y de cuanto aprenden, olvidándose que el mundo de emociones y sentimientos quebranta directamente sobre la felicidad de las personas, mucho más que los otros dos aspectos.
En muchas ocasiones los estudiantes pueden saber mucho, pueden cumplir perfectamente las normas de educación, pero pueden sentir que sus emociones no importan o no saber cómo expresarlas de una forma adecuada, y esto es un grave problema. Es cierto, que la educación tradicional también se ha centrado más en el desarrollo cognitivo y en la regulación conductual de los estudiantes, olvidando casi de forma generalizada la dimensión emocional del ser humano, de tanta importancia para su vida personal y en sus relaciones con los demás. Muestra de ello es que los currículos tradicionales en el mundo de la enseñanza se basan sobre todo en el aprendizaje de habilidades académicas y dejan de lado otros aspectos de la inteligencia que se pueden educar como son la imaginación, la sensibilidad, la creatividad, el autoconocimiento, el control emocional, la resolución de conflictos, el optimismo, entre otros.
Por ello, en los últimos años los educadores, psicólogos y pedagogos han constatado que el pleno desarrollo de la inteligencia exige también una dedicación especial al aprendizaje emocional. Incluso se ha podido evidenciar experimentalmente que los educandos que han sido entrenados en habilidades emocionales, obtienen un mejor rendimiento académico y tienen más éxito cuando se incorporar al mundo laboral. Numerosas investigaciones demuestran cómo una tensión emocional prolongada o incluso cualquier tipo de problema emocional, puede afectar seriamente al rendimiento y a la conducta. Cuando no sabemos manejar adecuadamente nuestras emociones, estas pueden aislar los procesos cognitivos.
En consecuencia, la verificación de numerosos países se ha puesto en marcha diferentes Programas de Educación Emocional diseñados con el fin de educar las emociones y desarrollar una serie de habilidades emocionales muy útiles en la vida. Pero, ¿qué son las emociones? Podemos definir la emoción como una resistencia que se vivencia como una fuerte conmoción del estado de ánimo; suele ir acompañada de expresiones faciales, motoras, entre otras y surge como reacción a un contexto externo concreto, aunque puede provocarla asimismo una información interna del propio individuo.
En síntesis, el sentimiento es más duradero que la emoción, es una actitud causada a partir de una emoción, pero que perdura. Está filtrado por la razón y consiste en una percepción sensorial. Algunos autores dicen que es el componente cognitivo de la emoción. Las emociones son fenómenos multidimensionales caracterizados por cuatro elementos: cognitivo, fisiológico, conductual y expresivo. Pero no todo el mundo expresa sus emociones, y si las expresa, lo hace de una forma diferente.
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