La autoestima es un elemento importante a considerar en la vida de las personas en general, en el tema del desempeño y de las actitudes hacia las actividades académicas de los estudiantes. La autoestima se desarrolla a partir de la interacción humana, mediante la cual las personas se consideran importantes una para las otras. El yo evoluciona por medio de pequeños logros, los reconocimientos y el éxito.
La autoestima puede disminuir o aumentar debido a múltiples acontecimientos relacionados con la familia, la institución educativa, la comunidad y el universo, y en dependencia de la sensibilidad del sujeto. Existen personas extremadamente sensibles cuya autoestima puede bajar debido a un gesto desagradable, una frase, un pequeño incidente familiar o una crítica en el colectivo.
Los fracasos, las experiencias negativas y el miedo pueden bajar la autoestima, mientras que los éxitos, las buenas relaciones y el amor pueden aumentarla. La autoestima depende en gran medida de la educación que recibe la persona. El hogar y la institución educativa deben convertirse en espacios agradables donde el educando se sienta bien estimulado a reflexionar y actuar. Y es labor de los familiares, docentes y directivos crear estos espacios y conducir, con ternura y amor, la actividad del educando.
Muchos estudiantes crecen con la idea grabada de que no tienen talento para estudiar, es tarea de los padres y docentes, enseñarlo a reflexionar sobre sus potencialidades a fin de que interioricen que ellos sí pueden, porque el talento es un 10 por ciento de inspiración y un 90 por ciento de transpiración, y hay que sudar para que el talento se manifieste. Las causas que bajan la autoestima son múltiples: el miedo, la tensión, los fracasos, las enfermedades, la angustia, la ansiedad, la disfunción sexual, las neurosis, la gordura, el incumplimiento de las metas, y las adicciones, entre otras. Por supuesto que estos elementos adquieren una connotación especial en determinadas condiciones económicas y sociales.
Las personas aisladas se manifiestan de diferentes formas: mienten, se quejan, se niegan a aprender, se culpan, se autodescalifican. Los excluidos o de autoestima baja se muestran ansiosos, aburridos, inoperantes, asustados, irresponsables, dependientes, tristes, indiferentes, agresivos, tímidos, autosuficientes, celosos, apáticos, indiferentes, evasivos, enfermos, violentos, desconfiados, inexpresivos, defensivos, irracionales, inconsistentes, pesimistas, inactivos, rígidos. Además, tienden a discriminar, ofender, descuidar su cuerpo, perder el tiempo, inhibirse, negar otros puntos de vista, posponer decisiones, maltratar los demás, hablar mal de los demás, y tener adiciones como el cigarro, el licor y la droga.
En síntesis, la apertura al cambio es una necesidad para el mejoramiento de la personalidad. Los adultos en particular son resistentes al cambio en tanto que han arraigado una serie de hábitos que lo identifican de manera que rechazan todo lo nuevo que atenta contra sus comportamientos ya establecidos. Por el contrario las personas de autoestima alta encuentran sus motivos en el éxito y el progreso en el trabajo, la familia y la sociedad. Encuentran el sentido de la vida en el amor a los demás y en el amor que reciben de estos, en el amor a la patria, la familia, los amigos, la naturaleza, la cultura, la historia, las tradiciones y su identidad nacional y universal.
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