El docente en su función de orientador, centraliza su interés en la personalidad del individuo, además, hace énfasis en el área personal-social, con una visión holística y desde un abordaje biopsicosocial.
El docente orientador es un elemento vinculante entre las necesidades individuales de los estudiantes y las necesidades globales de la sociedad. Actualmente, aunque la institución educativa conforma el centro de la educación dirigida, la familia sigue ejerciendo la educación directa que recibe el estudiante, por parte de los diferentes grupos sociales. Por consiguiente, el docente orientador no debe considerar sólo el aspecto personal sino abarcar también el contexto social y atender esa relación individuo-sociedad, debido a que existen factores de orden extrínsecos o intrínsecos que pueden obstruir en un determinado momento en el ser humano. Asimismo, cobra fuerza las competencias que debe desarrollar el docente en su rol de orientador.
Según Mendoza, la institución educativa debe generar espacios de intercambio con la familia del estudiante, por ser la institución educativa la permite integrar a la orientación y a la educación entrelazándose hasta formar una unidad sistémica de ayuda. En este sentido, Mendoza sostiene que la “orientación y la educación son procesos de ayuda que se entrelazan, al punto que la orientación no es otra cosa que la parte personalizada de la educación”.
Para Miller, la orientación es el proceso en el cual se ayuda a los individuos a lograr la auto-comprensión y la auto-dirección para conseguir el máximo ajuste a la institución educativa, al hogar y a la comunidad. El autor antes citado, señala siete principios que sistematizan la acción orientadora, desde el marco contextual, estimulador del desarrollo y del aprendizaje del estudiante, estos son:
- Es para todos los estudiantes.
- Debe definirse a los estudiantes en todas las edades.
- Se debe aplicar a todas las áreas del desarrollo del estudiante.
- Estimula el descubrimiento y desarrollo del ser humano.
- Debe ser una tarea cooperativa en la que se comprometen el estudiante, los padres, los docentes en su rol de orientador, los docentes especialistas, el director y el orientador.
- Se debe considerar como parte principal del proceso total de la educación.
- Debe ser responsable ante el individuo y sociedad.
Sanz Oro, imagina al orientador del futuro como un docente-orientador más integrado al equipo de profesionales. Ello es posible, si la perspectiva de orientación obtenida crea al docente de aula como un profesional con responsabilidades académicas, psico-social y socio-comunitario; además de la atención de los estudiantes en las dimensiones de lo personal y social en tiempos de cambios. Y el autor afirma de que se trata de una posición en la cual se decanta la visión tradicional de la orientación y se perfila la misma, por la función instructiva frente a la formativa. Es por ello, que el autor define a la orientación como el campo responsable de “estructurar de la manera más personalizada e integral posible el proceso de enseñanza – aprendizaje para favorecer el adecuado desarrollo y la socialización de los estudiantes”.
El aula es el lugar del aprendizaje que le brinda la oportunidad a cada estudiante de incorporar nuevos conocimientos y experiencias. Además, es un espacio de interacción para la función socializadora. El estudiante aprende en la medida que el docente de aula, en su rol de orientador, promueve el aprendizaje significativo, a partir de experiencias de reflexión y aplicación de estrategias que le permitan la construcción del conocimiento y el profesor orientador atenderá la calidad y diversidad de las experiencias sociales. En el marco de la educación formal se encuentran como protagonistas el estudiante, el docente orientador y la familia. El estudiante generalmente estudioso como un ser activo, propositivo y capaz, dispuesto a construir sus conocimientos y experiencias. El docente en su rol de orientador, debe partir de la idea de un estudiante activo que aprende de manera significativa que aprende a aprender y a pensar. Cabe destacar, que la interacción que se desarrolla en el aula es un proceso en movimiento.
Blanco, señala “cuanto más interacciones se comunique el docente con sus estudiantes, mayor información obtendrá del proceso que siguen los mismos para aprender”. El papel que debe cumplir el docente como orientador se centra en la organización, planificación de experiencias didácticas, logro de propósitos, manejo adecuado de estrategias de aprendizaje, evaluación de los procesos de enseñanza y aprendizaje, diálogo con el estudiante, entre otras; aplicando cada uno de estos procesos, si guía a los estudiantes puede fortalecer los aprendizajes significativos. El docente de acuerdo a lo contemplado, debe estar consciente que es profesional de la docencia con las responsabilidades para el análisis, interpretación y solución de los problemas que afecten el funcionamiento de la institución y la comunidad donde prestan sus servicios, así como también estimular la participación de sus estudiantes para integrar las comunidades de “semejantes” socioeducativas.
El ámbito de la orientación educativa constituye un campo amplio por la variedad de aportes suministrados por otras disciplinas y ciencias, entre ellas se destacan la medicina, el trabajo social, la psicología y la antropología social, más recientemente los aportes derivados de la teoría crítica en sus últimas generaciones. Razón justificada que, ya exponía Tyler en, al ubicar a la orientación en el campo de las ciencias sociales. Una definición de la orientación responde en algún momento a su propio proceso de desarrollo y a las demandas históricas. Al mismo tiempo, es necesario delimitar el campo de acción como las funciones, éstas deben estar acordes a los tiempos y los profesionales de la orientación deben responder a las nuevas exigencias en cuanto paradigmas y teorías se refieren. Además, el desarrollo histórico de la orientación se colocó en una relación muy próxima con los movimientos de salud mental, lo cual influyó cuando las funciones de la orientación fueron de tipo preventivo, remedial y desarrollo, las cuales se fueron poco a poco perfilando como tales.
El docente en su rol de orientador se desenvuelve en un ámbito específico asociado a la educación y a los procesos de enseñanza y aprendizaje. Igualmente, deberá establecer un engranaje de intercambio de ayudas, e información por medio de la orientación con las personas significantes vinculadas con el estudiante, entre las cuales se destaca a la familia, con el objeto de buscar soluciones en pro de una mejor relación personal- social y escolar, enriqueciendo así al educando. Sin embargo, el orientador en el aula y el profesor- orientador deberán unirse a una actualización que permita responder a las demandas de las reformas educativas. Enriquecer el proceso educativo, exige una actitud positiva de parte de todos los entes involucrados en el hecho educativo, entre los cuales se encuentran la institución educativa, la familia y la comunidad. Además, el protagonista de éste proceso es el estudiante, si bien el aprender es responsabilidad de él, la promoción del aprendizaje corresponde en gran medida al docente en su rol orientador.